Nos hemos despertado con la música de mi mujer. Nos levantamos todos, menos los mayores, se hacen de rogar. Metemos prisa, tenemos que desayunar ¡8 personas!
Planeamos el día de forma muy resumida. Playa, comer, playa, partido de España y Mc Donald’s. Nos dirigimos hacia una playa, pero las ganas de estar todos juntos hace que me desvíe antes y aparquemos en la tercera playa que nos encontramos y antes de la que teníamos pensado ir. Baño, volley, toques de balón, etc… casi dos horas dentro del agua. Realmente es lo que me gusta hacer en la playa, bañarme.
Nos dirigimos a comer y como siempre otra anécdota familiar. Nos pedimos cuatro arroces distintos. ¡Caen todos! No paramos de hablar y de reírnos. Mi hijo me hace mayor, con 18 años se pide ¡una clara de cerveza! para beber. Me gusta realmente que haga eso, como él dice, es todavía más confianza.
Volvemos a la playa. Se ha levantado aire y nos cuesta más estar en el agua. Las mujeres descansan, los niños se tumban al sol, la pequeña bucea (con sus gafas nuevas) y yo en el agua. La tarde es tranquila, con aire, pero tranquila.
De vuelta al hotel. La mitad se van a la piscina y otros nos preparamos para ver el partido de España. Las mujeres y dos niñas no les importa no ver el partido y van a por la cena. Tercera anécdota, se van a las 21:00 y no vuelven hasta las 22:00. Atienden tres coches en una hora, están desesperadas, menos mal que disfrutamos de la cena.
Antes de dormir hago lo mismo que ayer, me voy a por un periódico que leo casi entero. Estoy cansado, apago la luz. Mañana último día.
Bye
«Pensar como no pensar»
(Yo)